16.43 aproximadamente. Llovía. Supo que aquel momento iba a ser el que tanto había estado no-esperando. Lo había visualizado así, casi perfectamente igual, en su mente, 56.856.315 millones de veces. Ese momento que tantas veces había querido evitar. Y que, finalmente, fue imposible. Y todo ocurrió tal y como estaba planeado. Una conversación. Que si tal, que si cual. Palpitaciones. Muchas palpitaciones. Deprisa, a 300 km por hora. Quizá 301. Temblores, por todo el cuerpo. La mirada fija en un punto, con las lágrimas ahí, expectantes; pero en realidad fue como si tuviera los ojos cerrados. En realidad todo estaba muy oscuro a pesar de esa luz que tanto daño le estaba haciendo. Y escuchaba, seguía escuchando a pesar de no poder soportarlo. Quería salir corriendo, de estampida. Pero las piernas se lo impedían, estaban inmovilizadas. Todo su cuerpo estaba paralizado. De hecho, no podía articular palabra. Era uno de esos momentos en que a veces olvidaba el abecedario y de cómo se construían las oraciones. Pero lo hizo, salió corriendo, aunque fue demasiado tarde. Y quiso lanzarse al suelo, mojado, y acurrucarse, cerrarse sobre sí misma y quedarse así por el resto de los restos. Mimetizándose con la lluvia que caía en ese instante. Y es que aquella mañana ya había visualizado todo lo que sucedería aquella tarde, a las 16.43, minuto arriba, minuto abajo. Fue exactamente igual, palabra más, palabra menos.
Me gustaba más la otra plantilla.
ResponderEliminarUn saludo.
Y a mí me terminan cansando todas, así que, cada cierto tiempo la iré cambiando.
ResponderEliminarSiento que esta no sea de tu agrado, Anónimo.
Un saludo.
Es terrible la intuición y si se cumple lo previsto hasta atemoriza un poco.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.