-Venga, vamos a intentar normalizar esta situación, vamos a intentar reestructurar nuestra relación actual. Tenemos dos puntos sobre los que apoyarnos para conseguir avanzar: tú estás convencida de que yo no te hago (ni te he hecho nunca) daño a propósito (y estoy convencido de que así lo piensas) y yo estoy seguro de que tú no me haces daño a propósito. Pero sin querer, ambos nos estamos haciendo sufrir mutuamente y así no llegamos a ningún sitio. Creo que hemos sido y podemos seguir siendo unos muy buenos amigos sin tener que tomar medidas drásticas como en la que he pensado muchas veces: dejar de vernos. (Con sólo pensar en esa idea, a Lis se le nublaban los ojos). Tú eres muy importante para mí. Tú y tu felicidad me importáis mucho y veo absurdo tener que dejar de verte y terminar peleado contigo y estoy convencido de que tú tampoco quieres que acabemos mal y separados, ¿verdad?
Lis asentía a todo lo que Raúl decía mientras que sus ojos derramaban lágrimas sin cesar. Siempre había admirado (y siempre lo haría) la gran elocuencia de Raúl y esa capacidad tan perfecta de expresarse. Ella, sin embargo, sólo era capaz de construir paupérrimas construcciones sintácticas (y menos aún era capaz de construir un soliloquio como los que él conseguía pronunciar) en su presencia y solía expresarse más bien en monosílabos. Él lo sabía, conocía lo difícil que era para ella aquello y evitaba en la medida de lo posible presionarla. Aquella tarde, gracias a él, estaban llegando a buen puerto, ya que en los últimos días se habían distanciado un poco y debido a ello, la comunicación entre ellos estaba siendo un caos. Pero esa tarde le había dicho muchas cosas que consideraba importantes y que consiguieron tranquilizarla bastante, pues se encontraba perdida constantemente en un mar de lágrimas y con un pánico continuo en su cuerpo. No recuerda muy bien todas y cada una de aquellas cosas que le dijo. Sólo recuerda algunas palabras puntuales, algunas frases, dime algo, lo que sea, ¿crees que esta conversación está siendo beneficiosa o que te está perjudicando?, y un abrazo, un ven aquí y dame un abrazo... más fuerte... a ver si voy a tener que enserñarte... así, muy bien... lo vamos a hacer, ¿vale? dime que lo vamos a conseguir...
Y Lis asintió con la cabeza nuevamente, intentando convencerse a sí misma de que así sería. No estaba dispuesta a perder uno de los amigos más especiales que había tenido nunca.
A mi me gustan las construcciones sintacticas de usted, y todo lo demas que acompaña a sus escritos :)
ResponderEliminarUn hermoso texto del que disfrutar en una tarde de domingo.
Feliz Halloween
Bisous
Muchísimas gracias por tan gratas palabras, Madame Minuet :-)
ResponderEliminarEspero que sigas disfrutando de esta tarde de domingo...
Un beso