Reflejos

Como hace poco decía una de mis profesoras, a veces, condicionados por las circunstancias vitales y personales que nos rodean, a causa de los problemas que nos achacan, e influenciados por el estado de ánimo en el que nos encontramos en determinados momentos negativos de nuestra vida que nos debilitan, nos sentimos anímicamente, interiormente, psíquicamente de una determinada manera, que ni siquiera somos capaces de expresarla con las palabras adecuadas, para que el resto de personas (o no) comprendan exactamente cómo y por qué nos sentimos así. Ocurre que a veces, debido a sucesos trágicos que acontecen en nuestras vidas (decepciones amorosas, problemas personales, problemas familiares, muertes de seres queridos, etc.) caemos en un permanente estado de tristeza, infelicidad y desdicha que nos impide mostrarnos tal y como somos o que nos impide hacer cosas que, en otras circunstancias, habríamos realizado sin problema alguno. Lo malo es que ésto puede (no siempre) que para tus amigos, que para tus personas más cercanas, no resulte comprensible. Y esto es por una sencilla razón: no están en tu lugar, y aunque hagan el esfuerzo de estarlo, nunca lograrán ponerse en la piel del otro enteramente. Sólo tú mismo entiendes el por qué de tu situación y eso, a veces, no resulta nada positivo. Llegas a sentir incluso soledad, debido a esa incomprensión.

En fin, me he desviado del tema. Que lo que quería decir y lo que decía mi profesora (no vayáis a pensar que va a ser un gran descubrimiento sobre física cuántica o nuclear, simplemente me apetecía apelar a ello porque esta tarde leía algunos pasajes que me resultaban muy familiares o que me han impactado demasiado -va a ser lo segundo-) es que esa imposibilidad de plasmar con detalle nosotros mismos con palabras lo que sentimos en determinado momento de nuestra vida, a veces lo encontramos (y nos pilla por sorpresa y se nos enciende una lucecita indicándonos que eso tiene que ver con nosotros) plasmado perfectamente en el libro que estemos leyendo en ese momento, en una película que decidimos ver por casualidad, en la letra de una canción que casualmente suena justo cuando subes al coche, en un cuadro que ves en un museo (o en google images), en un poema que te encuentras mientras andas navegando en la red... y todo lo que se os ocurra. Resulta fascinante (al menos a mí) ese poder de ver cómo algo se ajusta tan perfectamente a la realidad (o fantasía) en la que te encuentras sumergido en un determinado momento de tu vida, incomprensible para los demás, e incluso en ocasiones, para ti mismo.

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