Y es que, es uno de los momentos en que no se encuentra un sentido a la vida... En los que se siente que uno se ha desviado del camino por el que iba, que ha llegado a un punto en que se encuentra rodeado de la nada y no ve más allá de una nebulosa oscura, negra, que envuelve tu cuerpo, que te oprime, que te asfixia, hasta que te deja sin sentido; y de repente, te encuentras tumbado, en el suelo, encogido como si de un feto se tratase, sin protección, desnudo, frágil y vulnerable. Y deseas quedarte así, por el resto de los días, o de los minutos, o de los segundos que te queden de vida, si es que algo te queda. Porque ya nada te importa, porque ya no importa nada. Has decidido dejar de luchar, has decidido que puedes acabar así, que no hace falta nada más para marcharse. Y te vas. Y se va.
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