A veces es bueno echarse a llorar y sacar todo lo que llevas dentro. Vomitar el dolor, la impotencia, la angustia, la rabia y todos aquellos sentimientos o sensaciones que sólo hacen las veces de un pesado saco sobre la espalda. A veces es bueno echarse a llorar y desprenderse de esa pesada carga que te impide continuar. A veces es necesario, para coger energía y seguir avanzando; dejarse caer, desplomarse, para después levantarse. El problema es cuando esto se convierte en una costumbre rutinaria, semanal, o incluso diaria. Pero, a veces, yo lo necesito.