15 de abril

El mes de febrero fue un mes decisivo en la vida de Lis. Resulta hasta paradójico que fuera febrero, y no octubre, abril o cualquier otro mes. Las noticias buenas superaron las otras “no tan buenas” que esperaba Lis con esa ansiedad permanente que la había invadido los meses atrás. Esa situación angustiosa desapareció, o fue desapareciendo gradualmente cada vez más. A ello contribuyeron varias personas, alguna que otra alegría académicamente hablando (a finales de enero sólo hubo disgustos en este sentido), llamadas en las que habló durante horas, y risas, muchas risas. Si ya dicen que la risoterapia ayuda a superar situaciones complicadas. Y tomó la decisión que tuvo que haber tomado tantísimos meses atrás. Quizá podría hablar hasta de un año atrás. Decidió desprenderse de la piedra que yacía en su zapatilla y que le impedía continuar su camino más cómoda y fácilmente. Qué razón tenía aquella mujer, le tenía que haber hecho caso en su momento. Pero en aquel momento a Lis sólo la invadía un halo de cobardía que le impedía cualquier movimiento y decisión que implicaran un cambio en su vida. Pero al fin y al cabo, se siente orgullosa de haberlo hecho en febrero por iniciativa propia, momento en que lo consideró estricta y absolutamente necesario. No todo van a ser lamentaciones. Esto justifica la ausencia de Lis en este rinconcito durante todos estos meses. Ha estado reestructurando su vida, dándole cierta forma, fijándose objetivos y haciendo planes futuros. Algo que hasta el mes de febrero había sido incapaz de hacer por sí sola. Ahora lo tiene todo mucho más claro. No está demasiado contenta con su presente, pero tampoco le decepciona, ya que, sobre todo, en el ámbito de sus estudios, ha visto una progresión positiva y sabe que algunos profesores confían en su potencial. Esto es algo que le ha infundido mucha fuerza y está exprimiendo al máximo esta situación. Está satisfecha consigo misma y está orgullosa de poder expresar algo así el 15 de abril de 2011.