Despertar

Le gustaba despertar así. Con su cuerpo enredado entre las sábanas, pues dormía con la ventana abierta y ya se iba notando el fresquito en las madrugadas, anunciando la llegada próxima de septiembre. Y del invierno. Le encantaba el invierno y el frío. Hoy había amanecido con tormenta y lluvia, y se sentía como en su hábitat natural. Quizá porque ella también era así, o, al menos, durante el último año, se había sentido gris, apagada y con una constante lluvia de lágrimas particular que a menudo bañaban su rostro. Lis hacía tiempo que había perdido la ilusión de seguir luchando. Pero esa mañana olía a lluvia y temprano se levantó, para disfrutar de un café junto a la ventana de su habitación, donde podría ver las gotas de agua resbalar y caer sobre el tejado. Esa mañana pensó que mejor sería disfrutarla.